El sobrediagnóstico de niños con Trastorno de Déficit Atencional



Es un hecho que poco a poco la psicología se ha ido haciendo parte de la cotidianeidad de las personas y sus hogares, a diferencia de años atrás cuando era vista con cierto recelo y distancia. Hoy está cada vez más cercana a la vida de las personas, permitiéndoles manejar cierta información sobre salud mental y calidad de vida. En este contexto, cada vez son más los padres que pierden el miedo y el prejuicio y llevan a sus hijos/as a consulta psicológica, en busca de ayuda profesional para sus niños y adolescentes. Y uno de los motivos de consulta más frecuentes que les preocupa es el Trastorno de Déficit Atencional, el que puede darse con hiperactividad (TDA-H, más común) o sin exceso de actividad motora (TDA).

Desde el modelo médico-psiquiátrico, el TDA-H es un trastorno de origen neurobiológico, que tiene que ver con el funcionamiento del cerebro. Se describe como un desarrollo inapropiado del nivel de atención, impulsividad e hiperactividad, lo que provoca la fácil distracción, no lograr concentrarse en una tarea por tiempo prolongado, el descontrol de impulsos, el exceso de energía física y no terminar las tareas que se emprenden. Sería detectado a partir de los 7 años, aunque algunos psiquiatras y neurólogos lo diagnostican a niños más pequeños.

En los últimos años, el número de niños y niñas que ha sido diagnosticado con TDA-H ha aumentado exponencialmente. En USA por ejemplo, desde la medicina se espera que un 5% de los niños y adolescentes presente este trastorno. Sin embargo, en la realidad, las cifras alcanzan entre un 10% y 20% de la población. En Chile, el trastorno tiene una prevalencia estimada de 3 a 7%, pero la verdad es que pareciera que las cifras son todavía mayores ¿Qué es lo que aumenta entonces? ¿Hay más niños con este trastorno, o se les está sobrediagnosticando?

Es común ver llegar a padres con sus niños a consulta psicológica, porque el colegio solicita la evaluación por Trastorno de déficit atencional con hiperactividad, argumentando que el niño molesta a sus compañeros, conversa durante la clase y no obedece instrucciones. Lo más probable es que el médico confirme el diagnóstico y trate al niño con fármacos que tienen al Ritalín como su principal exponente. ¿Cuáles son las consecuencias de medicar un niño/a tan pequeño/a? ¿Se produce una mejoría duradera o solo alivian los comportamientos de forma momentánea? ¿Qué otras alternativas hay para comprender este fenómeno?

Hoy nos encontramos mucho más movilizados frente a este tipo de decisiones, ¿Medicar o no medicar? ¿Probar con terapias alternativas? ¿Acudir al psicólogo? Para los psiquiatras franceses, por ejemplo, el TDA-H se trata de “una condición médica que tiene causas psicosociales y situacionales, esto quiere decir que en lugar de tratar los problemas de comportamiento con medicamentos, los profesionales parisinos se centran en el contexto familiar del niño.

De este modo, el problema se trata con psicoterapia o terapia familiar”, agregando además, que tanto los hábitos de una alimentación sana, así como un sistema familiar basado en la regulación de las normas, enseñan a los menores a ejercitar su autocontrol desde muy pequeños. Distinta es la visión que tienen profesionales estadounidenses y chilenos, en que los síntomas son atribuidos a un mal funcionamiento biológico, dejando de lado los aspectos afectivos y relacionales en donde pudieran estar presentándose las mayores preocupaciones.

Si bien los medicamentos pueden reducir los síntomas principales de manera prácticamente inmediata, este efecto es a corto plazo, provoca dependencia y los “beneficios” acaban cuando dejan de ingerirse. Ante todo, resulta ser una forma rápida y cómoda de solucionar un problema frente al acelerado y revolucionado mundo que hoy vivimos, donde hay un sinfín de preocupaciones que dejan a los padres con poco tiempo para ocuparse todo lo que quisieran de sus hijos/as. Un camino más largo pero más sintonizado con las necesidades de los niños/as, puede ser que los adultos nos preguntemos ¿Qué es lo que estará ocupando la mente de estos niños?, ¿Qué los tendrá tan tomados emocionalmente que no tienen suficiente espacio psíquico disponible para atender a otras cosas e incorporar nuevos aprendizajes? Quizás están viviendo cosas muy intensas, que les resultan difíciles o dolorosas de integrar, y el “movimiento” los ayuda a distraerse y a no pensar en ello.

Pero es aquí donde es necesario detenerse y pensar, Quizás somos los adultos quienes primero tenemos que detenernos, pensar (y no actuar), y hacernos cargo de una mejoría más profunda y duradera, que no pase solamente por suministrar una pastilla o un tratamiento externo, y que además pase por la involucración de todos los adultos que rodean al menor: padres, profesores, médicos, psicólogos. Al respecto la ONU, a través de la UNICEF y OMS, hace un llamado a los profesionales de la salud mental a ser más estrictos en el correcto diagnóstico del TDA, y a hacer uso de fármacos solo con posterioridad a haber intentado otro tipo de tratamiento psicológico, psicopedagógico y /o conductual.

Finalmente, los adultos podríamos preguntarnos ¿Qué es lo que nos deja tan tranquilos de que tomen una pastilla? ¿Qué es lo que queremos para nuestros hijos?? ¿Queremos niños que solo se porten bien, automatizados, que “funcionen” en el sistema escolar o queremos niños felices, que puedan desarrollarse a su ritmo, que puedan expresar sus diferencias individuales, que puedan explotar su creatividad?

Alternativas de Atención

  • Psicoterapia individual a adultas/os, adolescentes, niñas y niños
  • Atención Psiquiátrica
  • Terapia Familiar
  • Terapia de Pareja
  • Terapia de Grupo
  • Psicoterapia Reparatoria a personas víctimas de violencia
  • Terapia de Revinculación
  • Psicoterapia a Hombres que ejercen violencia
  • Pericias Psicológicas forenses
  • Evaluación de Habilidades Parentales
  • Psicodiagnóstico
Conoce más