Duelo y Amor



El presente ensayo expone algunas reflexiones realizadas por la Psicóloga Paula Iturra. A partir de un caso clínico, comenta sobre la relación entre duelo y amor desde la perspectiva psicoanalítica, realizando un breve recorrido de autores como Freud (1917), Tendlarz (2003) y Chorne (2009).

Según la RAE duelo implica dolor y sufrimiento, así como combate o pelea entre dos, a consecuencia de un reto o desafío. Entonces, vemos dos dimensiones, la del dolor, pero también la de un desafío para el sujeto.

Freud (1917) en su texto “Duelo y Melancolía” dirá que “el duelo es, por regla general, la reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.” (p. 241). Agrega que el duelo implica un trabajo, es decir, está concernida la energía psíquica del doliente. Freud hace un análisis económico de lo que significa; dado que el examen de realidad muestra que el objeto amado ya no existe más, el sujeto está impelido a quitar la libido de ese objeto. Sin embargo, se le opone cierta fuerza a este moviendo de desinvestimiento, puesto que los seres humanos no abandonamos fácilmente una posición libidinal:

Esa renuencia puede alcanzar tal intensidad que produzca un extrañamiento de la realidad y una retención del objeto vía una psicosis alucinatoria de deseo. Lo normal es que prevalezca el acatamiento a la realidad. Pero la orden que esta imparte no puede cumplirse enseguida. Se ejecuta pieza por pieza con un gran gasto de tiempo y energía de investidura, y entretanto la existencia del objeto perdido continúa en lo psíquico. (p. 243)

Hay un intento por mantener la presencia del objeto. Como señala Silvia Tendlarz (2003) en su texto “Tránsitos amorosos”, se trata de un “dolor que se aloja en el cuerpo y mantiene vivo al objeto”. Esto se puede ver en los síntomas y en la presencia de los recuerdos, los que permanecen y muchas veces perturban la continuidad de la vida del sujeto.

Me parece interesante resaltar qué se juega con la muerte o desaparición del objeto amoroso, en tanto no sólo se trata de que ese otro nos hace falta, sino que nosotros somos – por así decirlo- desalojados de tener un lugar en la falta del otro, nos hace falta hacerle falta al otro y por lo tanto tener un lugar en su deseo. Un buen ejemplo al respecto aparece en el texto “La tristeza, el duelo y las neurosis melancolizadas” de Diana Chorne. Extraigo un fragmento de la obra de Pirandello “Coloquio con la madre”, parte del diálogo que mantiene el protagonista con su madre muerta:

– No llores, Luigi. Si me quieres tanto debes pensarme como me ves aquí ahora, viva. – No lloro por eso. Te recuerdo, madre; siempre te veo como estás ahora, viva, sentada aquí en tu sillón. Pero lloro por otra cosa. Lloro porque tú no puedes pensar en mí. Cuando estabas sentada aquí, yo decía: si desde lejos me piensa, estoy vivo para ella. Esto me sostenía y me confortaba. Ahora que estás muerta y no me piensas más, ya no estoy vivo para ti y no lo estaré nunca más. (p. 8)

Desde el psicoanálisis la dimensión del duelo no es separable de la vida amorosa de hombres y mujeres. Retomando algunas ideas de Tendlarz (2003), en el duelo se pone en juego el discurso amoroso, la metáfora que permite suplir el vacío de la castración.

Es el esfuerzo en el que se sumergen hombres y mujeres en nombre del amor. De esta manera, aunque los amantes sucumban al engaño que emana del amor, vagabundeen en sueños y promesas y se extravíen en laberintos peregrinos, más allá del desengaño, resta un amor posible que se inaugura en el encuentro.
Al igual que Freud, Lacan sostendrá que tanto la sexualidad como la muerte implican un límite de lo posible de simbolizar, lo que no obsta, por el contrario, que recurramos a bordearlas una y otra vez con ritos y formas simbólicas. La muerte tiene relación con la castración y por lo tanto con un aspecto estructural del sujeto. Apunto algunas consecuencias clínicas que señala la psicoanalista argentina Liliana Cazenave en su texto “El duelo en la época del empuje a la felicidad”:
“En el duelo se trata de la pérdida real de un objeto que produce un agujero que el significante no alcanza a suturar. El sujeto es reenviado al lugar de la privación y queda él mismo privado del poder nombrar, de cercar esa falta en lo real. Se hace necesario entonces una reconstitución de la trama simbólica por la producción de un trazo sobre ese real” (p.5)
El duelo implica un trabajo y una función, reclama la energía psíquica del doliente, dejar y hacer algo nuevo con ese agujero de lo real. Cernir algo de lo imposible, inscribir algo nuevo. Me resuena la otra vertiente de lo que la palabra duelo implica; desafío. Se trata de subjetivar la pérdida. Los ritos funerarios nos ayudan a nombrar, implican un lazo social, anudar algo de lo desanudado, con otros.
Después de este breve recorrido, finalizo con algunas reflexiones articuladas entorno un caso. Se trata de una mujer que fue criada por su abuela quien había fallecido un par de años antes de que consultara. Pareciera que el fallecimiento fuese muy reciente, tanto por el modo en que lo cuenta, como por su padecimiento y su detención vital. La contingencia institucional permitió que, en este caso, parte del trabajo del duelo se facilitara con un otro, el terapeuta. La muerte no puede ser tramitada a solas. Hablar, ser alojado, tejer cierta trama simbólica ante un vacío inabordable. Ciertas maniobras en el proceso permitieron enterrar al ser querido, hacer el ritual para sí, retomar la propia vida y poder comenzar a hablar de los demás avatares del amor.

Referencia Bibliográfica:
Chorne, D. (2009) La tristeza, el duelo y las neurosis melancolizadas, en Revista Consecuencias (digital), Edición Nº3, septiembre 2009. Recuperado de http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/003/template.asp? arts/alcances/chorne.html
Freud, S. (1998) Duelo y melancolía, Obras Completas, Ed. Amorrortu, Buenos
Aires.
RAE (2001) Diccionario de la Lengua Española (22aed.). Consultado en http://www.rae.es/rae.html
Tendlarz, S. (2003) Tránsitos amorosos, en Revista Lamujerdemivida (digital), Año
1, número 10. Recuperado en
http://www.lamujerdemivida.com.ar/index.php?option=com_cont ent&view=article&id=291
Septiembre, 2012

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